Estado Islámico, maestros de la propaganda política
Sin duda y sin discusión Estado Islámico hace un uso magistral de la comunicación por todas las vías a su alcance para captación, reclutamiento, apoyo y por supuesto difusión. Están atacando a occidente con las herramientas comunicativas más potentes: el audiovisual y las redes sociales.
Los vídeos son sin duda el fuerte de Daesh que está lejos de los modestos vídeos de grupos terroristas como ETA que más asemejaban a una rueda de prensa (permitidme la licencia aunque sin intención de comparar más que la estética) al estilo de Rajoy y su plasma: vídeo y sin preguntas con mesa mediante. La propaganda y la guerra son dos caras de una misma moneda desde la historía más temprana. La fama o imagen de marca de personajes como Atila, Alejandro Magno, Cleopatra precedía a sus dueños y en ocasiones magnificaba sus anécdotas.
En las épocas más modernas se siguió utilizando la propaganda o marketíng político, se engordaban perfiles de jóvenes líderes para que el miedo jugase en contra del enemigo. El aparato propagandístico de Hitler con las producciones cinematográficas de Leni Riefenstahl forman parte de la Historia con mayúsculas y auparon al führer a los altares de los dictadores del siglo XX. Estado Islámico no es menos y maneja todas las herramientas que brinda la sociedad de la información.
Las redes sociales sirven a Daesh para captar a jóvenes musulmanes que se unen sin dudar a la yihad, tras un lavado de cerebro tuitero que pasa practicamente inadvertido para las fuerzas de seguridad de occidente, aunque haya casos en los que se localiza y detiene al captador que suele ser sorprendemente joven y solo conforma un mínimo eslabón en la gran cadena enredada que supone la organización de Daesh.
No solo las nuevas tecnologías son la base de la captación de Daesh, también utilizan herramientas tan tradicionales que ya las utilizó la Iglesia del medievo para reclutar caballeros para sus cruzadas. Emplear figuras respetables dentro de las mezquitas que localizan a jóvenes (y no tan jóvenes) que atraviesan ciertas dificultades y ven en la guerra santa por el Islam una vía de ingresos o de escape a sus vidas vacías, es un clásico de la marginalidad el necesitar dar un sentido y utilidad a la existencia que Daesh parece llenar en la mente de estos muyaidines potenciales. Los guetos, la exclusión, marginalidad son un caldo de cultivo excepcional para encontrar musulmanes a los que pasar por la lavadora de cerebros del Estado Islámico y volver contra sus países a muchos en favor de su religión, solo así se explica que ciudadanos españoles, franceses, ingleses… se unan a grupos terroristas y atenten contra sus propios países o huyan a Siria para formar parte del ejército de Estado Islámico.